Reunir un grupo de personas talentosas no garantiza tener un buen equipo. Además de generar el ambiente colaborativo adecuado, los equipos asombrosos necesitan un propósito por el que vale la pena trabajar.
Recientemente publicamos un artículo sobre las 3 cosas que tienen en común los grandes equipos. Una de estas cosas es, un propósito por el que vale la pena luchar. Ese “por qué”, que da sentido a nuestras jornadas diarias de trabajo. No tenerlo claro, generará desmotivación.
El problema de trabajar sin un propósito claro
“-Podrías decirme, por favor, ¿qué camino debo seguir para salir de aquí? -Preguntó Alicia
-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar -dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio… -dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes -dijo el Gato.”
Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll.
Siempre viene a mi mente esta conversación entre Alicia y el Gato de Cheshire cuando quiero hablar de la importancia de tener un propósito. Si no tiene importancia lo que queremos lograr como equipo, es decir, no sabemos a dónde queremos llegar, pues simplemente da lo mismo en lo que estemos trabajando.
El gran problema que veo con esto es, que cada vez más personas buscamos un sentido de realización. Nuestro propio “por qué”. En algún punto de nuestra acelerada vida laboral, y a veces incluso estresante, nos preguntamos, ¿al final de cuentas para qué es importante este reporte?, ¿por qué estoy llenando este Excel?, ¿cuál es el valor de enviar estos correos?
Cuando el propósito es claro y llegan este tipo de cuestionamientos a nuestra mente, seguramente encontraremos la manera de relacionar el objetivo con lo que estamos haciendo, o quizá no, y en ese momento nos daremos cuenta de que trabajamos en una tarea innecesaria que no aporta al logro del objetivo.
Pero cuando el propósito no es claro o simplemente no existe, sentiremos que vamos dando pasos por un camino que no nos llevará a ninguna parte. Ante esta situación, las personas pueden seguir en ese camino sin sentido, pero también sin mucha motivación. Otra opción es que se irán en busca de ese propósito, muchas veces en otro equipo y seguramente, en otra organización.
Los equipos asombrosos necesitan un propósito por el que vale la pena trabajar
En mayo de 1961, el entonces presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, anunció ante una sesión especial del Congreso, que planeaba llevar personas a la Luna y devolverlas a salvo a la Tierra antes del final de la década.
Todas las personas involucradas en este gran propósito seguramente vivieron días de mucho estrés, largas noches de trabajo y un cansancio extremo. Pero tenían claro que estaban siendo parte de algo asombroso, un propósito por el que valía la pena trabajar y ese era el motor más fuerte para seguir en el camino.
Por supuesto, no todos los equipos van a tener un propósito de las dimensiones de llevar a personas a la Luna, pero a muchos de nosotros nos gustaría por lo menos saber que nuestro trabajo está aportando algo para un fin mayor.
Desgraciadamente lo que percibo muy frecuentemente es que los equipos trabajan sin saber cuál es el propósito, o en el mejor de los casos, tienen una idea muy superficial, lo cual no es suficiente para que las personas lo interioricen, lo apliquen a su trabajo diario y se comprometan.
Al definir un propósito por el que vale la pena trabajar y reforzarlo constantemente, lograrás que los miembros de tu equipo pasen de ver el trabajo diario como algo que se debe hacer, a algo por lo cual se sienten comprometidos.
El que los miembros de tu equipo tengan interiorizado ese gran propósito también les genera un sentido más fuerte de identidad grupal, por lo que se sienten comprometidos con entregar el trabajo para cumplir con el propósito, pero también, comprometidos con no fallarles a sus compañeros.
Hay razones suficientes para tomarte en serio el propósito
El hecho de que un propósito por el que vale la pena trabajar sea uno de los aspectos más importantes de los grandes equipos ya es razón suficiente para ponerle atención. Otras dos razones que mencionamos es el darle sentido al trabajo diario y la generación de compromiso.
Si esto no fuera suficiente, tenemos también la parte de la motivación. El trabajo es un aspecto importante en nuestra vida, ocupa por lo menos una tercera parte de nuestro día a día. Si no nos sentimos motivados en nuestro trabajo, es muy normal que eso vaya teniendo un impacto en los otros aspectos de nuestras vida.
Cuando nos damos cuenta de que nuestro trabajo diario no nos está llevando a ningún lado y vemos que no hay un propósito definido, es normal sentirnos perdidos, empezar a cuestionarnos lo que estamos haciendo con nuestro tiempo y como resultado viene una desmotivación.
Habrá personas que inmediatamente tomen el control de la situación y comenzarán a buscar opciones. Muchas veces ese gran propósito lo encontrarán en otro lugar. ¡Bien por ellos!
Desgraciadamente también estarán las personas que no son tan proactivas, que el temor por salir a buscar algo mejor las paraliza y que mejor deciden quedarse donde están, aunque ya no le encuentren sentido a lo que hacen. En este preciso momento puedes tener personas así en tu equipo.
Es momento de revisar si está claro ese propósito por el que vale la pena trabajar.
Conclusiones
Cuando existe ese gran propósito, los equipos saben que su trabajo tiene sentido y que cada esfuerzo está encaminado a eso que quieren alcanzar.
Todo gran propósito deberá ser reforzado a lo largo del camino. Esto será de gran utilidad en esos momentos donde nos sentimos perdidos y nos cuestionamos el porqué de una tarea que estoy haciendo. Si tenemos claro a dónde queremos llegar, sabremos diferenciar aquellas tareas que agregan valor a ese gran propósito de las que solamente son un desperdicio.