
Sencillo y humilde homenaje póstumo desde El Rincón Brujo
Hay seres humanos que no necesitan templos para predicar, ni títulos para hacerse escuchar. Basta con su vida, su coherencia y su palabra. José Mujica —el Pepe— fue uno de ellos. Un hombre que eligió vivir como pensaba, que no se dejó encandilar por los fuegos artificiales del poder, y que nos dejó una herencia de sabiduría que bien vale atesorar.
El legado sencillo de una mente luminosa
Aquí un compendio de sus enseñanzas, para recordarlo no con tristeza, sino con gratitud:
- Sobre el sentido de la vida
“El hombre moderno está hipotecando su libertad. Gasta su vida para comprarse cosas que no necesita. Y eso no es libertad, eso es una trampa.”
Pepe nos recordaba que la mayor riqueza no está en lo que poseemos, sino en lo que podemos dejar ir. Que la libertad no es poder comprar más, sino necesitar menos.
- Sobre la política
“El poder no cambia a las personas, sólo revela quiénes son realmente.”
Su presidencia fue una clase viva de humildad y ética. Donó casi todo su sueldo, vivía en su chacra y manejaba su viejo Fusca. No porque fuera un acto político, sino porque era quien era. Nos enseñó que la política no debería ser una carrera, sino un servicio.
- Sobre el tiempo
“Cuando tú compras algo, no lo compras con dinero. Lo compras con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para ganarlo.”
Nos enseñó a ver el tiempo como la verdadera moneda de la existencia. Nos invitó a reflexionar si estamos usando nuestra vida para vivir… o para pagar cosas.
- Sobre el consumo
“Hay que aprender a vivir con lo justo. Lo justo no es vivir en la miseria, es vivir con sobriedad.”
Mujica no condenaba al progreso, pero sí cuestionaba el consumo desmedido. Abogaba por una vida sobria y solidaria, donde el desarrollo no se mida por el PIB sino por el bienestar de la gente.
- Sobre la juventud y el futuro
“Los jóvenes no están para repetir el pasado, están para crear un mundo nuevo.”
Siempre tuvo fe en las nuevas generaciones, incluso cuando las miraba con ternura y cierta desesperanza. Les hablaba como un abuelo sabio: con cariño, pero sin indulgencia. Les pedía que pensaran, que no se dejaran comprar, que soñaran.
- Sobre el amor y la vida
“El amor es el motor de la vida. Y no hablo sólo del amor de pareja, sino del amor por la causa, por la tierra, por los demás.”
Pepe era un hombre endurecido por la lucha, pero nunca amargado. En su voz siempre vibraba el amor como fondo de todo: amor por la justicia, por su gente, por su país. Y eso es quizás lo más revolucionario que nos deja.
- Sobre la muerte
“Cuando me muera, que me entierren con un árbol arriba, para devolverle algo a la tierra.”
No le temía a la muerte. La entendía como parte del ciclo. Su vida fue una conversación constante con la tierra: sembró ideas, recogió silencios, y ahora vuelve a ella, como semilla.
Hasta siempre, viejo sabio
Pepe Mujica no era un santo. Era humano. Justo por eso, por su imperfección luminosa, por su coherencia sin estridencias, por su voz pausada que decía verdades que a veces no queríamos escuchar, se volvió faro.
Hoy desde El Rincón Brujo, donde honramos lo invisible, lo simbólico y lo profundo, le decimos gracias. Por enseñarnos a vivir más despacio. Por recordarnos que la dignidad no necesita trajes ni discursos grandilocuentes. Por ser uno de esos pocos políticos que no aspiró a ser idolatrado, sino comprendido.
Gracias, Pepe.
Tu huella no se borra. Se riega.