Hacer comunidad: lo que hay que aprender del coworking
El coworking es un ejemplo de cómo hacer comunidad en entornos laborales que fortalecen el trabajo individual. Las personas están en espacios colaborativos de trabajo, como también se le conoce, porque tienen conversaciones aleatorias con gente que trabaja en cosas muy distintas y de ahí nacen ideas nuevas, se obtiene inspiración, encuentran retroalimentación y surgen alianzas.
Los coworking son “entornos de trabajo que reúnen a miembros de startups, profesionales autónomos y empleados que realizan sus labores a distancia“, como los define la periodista Victoria S. Nadal.
En un reportaje para el suplemento Retina de El País, Nadal explica que en los entornos productivos como el coworking “los trabajadores sacan más provecho de su tiempo y tienen una imagen más clara de sí mismos al recibir feedback externo“. Pero esto también puede llevarse a oficinas clásicas si se sabe hacer comunidad.
PropertyEU, una editorial de noticias y análisis inmobiliarios de Europa organizó una cumbre en la que se habló del poder de la comunidad en el coworking. A los profesionistas que trabajan de manera independiente o a distancia, estos espacios colaborativos les dan oportunidad de retomar la interacción humana y los aspectos sociales que no tienen en su casa trabajando solos.
Estas relaciones se caracterizan por ser nutridas y estimulantes para la creatividad y el bienestar emocional, ya que el grupo está construido por profesionales con experiencias en distintas áreas y de diferentes edades (multigeneracional).
Valorar la riqueza de una comunidad resalta la importancia de generar condiciones para que esta suceda. Es importante que el líder de una organización se preocupe por hacer que las personas se integren y participen como un colectivo.
Hacer comunidad no es algo exclusivo de espacios colaborativos de trabajo, también se pueden lograr en oficinas tradicionales siempre que se fomente la integración. Para lograr esto es necesario el diálogo que se da en relaciones basadas en la confianza, el afecto y el reconocimiento del otro.
Los vínculos afectivos ayudan a que haya comunicación entre los integrantes de un colectivo y esto, a su vez, da pie a que exista comunión entre las personas.
Una comunidad es salvaguarda del derecho a ser diferente en la igualdad, define el antropólogo Lluis Duch, en referencia a que cuando existe un verdadero diálogo se respeta la diversidad de pensamiento de todos los conversadores.
Este ambiente es propicio para crear ideas nuevas junto a otros, creatividad, retroalimentación y toma de decisiones, beneficios obtenidos por los profesionales que logran hacer comunidad con quienes comparten espacio laboral.
El éxito del coworking se debe a que en estas instalaciones una diversidad de profesionistas encuentran un lugar para crecer y ser más productivos gracias a la comunidad que forman entre todos. Esto sirve de recordatorio a los empresarios de la importancia de que sus equipos de trabajo sean más que eso, formen un colectivo que fortalezca a los empleados y les ayude a explotar sus habilidades.
Sobre la autora: Kayleigh Bistrain.