Aunque pongas 9 mujeres, un bebe no llega en un mes
Para quienes hemos estado involucrados en algún proyecto, nos resulta muy normal el saber que en algún punto, el mismo ha comenzado a retrasarse. Aunque la mayoría de veces estamos conscientes del momento exacto en que comienza una desviación con respecto a la fecha programada, no se le da la importancia debida, pensamos: “Nos retrasamos un día de acuerdo a lo planeado, no importa es solo un día”. Pero al estar muy cerca de lo que en la planeación debería ser el final, nos damos cuenta que cumplir con la fecha de entrega resulta casi imposible.
¿Cómo es que un proyecto se retrasó tanto tiempo? Aun después de conocer que las tareas unitarias por proyecto han tenido sus ligeros retrasos de acuerdo a lo programado, nos atrevemos a hacer esta pregunta. Para esta pregunta, Frederick Brooks responde: “un día a la vez”.
Si tomamos en cuenta los pequeños retrasos en cada una de las tareas, al momento de acumularlas tenemos como resultado un retraso enorme. Es por esta razón que la planeación inicial no se puede quedar solo como una tarea que da inicio a un proyecto, se le debe dar un seguimiento para ir ajustando y recalendarizando los tiempos, de acuerdo a las demoras que se vayan presentando en cada una de las fases del proyecto.
Una vez que nos damos cuenta de lo complejo que será entregar en la fecha acordada al plan inicial, es momento de tomar cartas en el asunto. En muchos casos la fecha de entrega resulta imposible aplazarla de acuerdo a lo acordado con nuestro cliente, por lo que se decide duplicar esfuerzos para tratar de conseguir el objetivo de entrega. Para muchos directores de proyecto que tienen la decisión de tomar acciones para que se cumpla con la fecha, resulta cómodo tomar la decisión de meter más colaboradores al proyecto para que las tareas pendientes sean terminadas a tiempo, partiendo de la premisa de que con más manos y mentes trabajando, las tareas pendientes se resolverán más rápido.
La ley de Brooks, nombrada así en honor a Frederick Brooks, afirma lo siguiente: “Añadir personal a un proyecto retrasado lo retrasara aún más”. Esta idea de Brooks, surge desde su propia experiencia y aunque se refiere específicamente a los proyectos de desarrollo de software, aplica para muchos de nuestros proyectos.
Si quisiéramos pintar toda nuestra casa en un solo fin de semana para que el lunes se encuentre totalmente terminada probablemente sea un trabajo de mucho esfuerzo si solo una persona lo hace, pero si metiéramos a otras 5 personas el trabajo se realizará con más rapidez y muy probablemente se cumpla con el objetivo, para este caso el sentido común nos dice que al meter más personas a realizar una tarea la cumpliremos en menos tiempo.
Este mismo sentido común muchas veces se lleva a los proyectos, afortunadamente o por desgracia, dirigir un proyecto no es lo mismo que pintar una casa. La ley de Brooks aplica en muchas ocasiones, lo primero que se piensa para terminar un proyecto retrasado es en meter a más colaboradores, sin ponernos realmente a pensar en la curva de aprendizaje que requiere llevar cualquier persona nueva al ingresar a un proyecto.
El sentido común no resulta tan común para tareas más especializadas, en el caso de pintar la casa, el mismo trabajo puede ser dividido para muchas personas, sin necesidad de que exista una curva de aprendizaje o se establezcan canales de información para que la comunicación fluya adecuadamente. Dentro de nuestros proyectos debemos ser cautelosos, pues muchas tareas no son divisibles y lejos de avanzar metiendo más gente resulta contraproducente.
Brooks mencionaba como ejemplo que no por poner a nueve mujeres embarazadas un bebe llegaría en un mes. Antes de decidir invertir en traer más colaboradores al proyecto, una buena recomendación es identificar si nuestro proyecto es como pintar una casa o requiere de especialidades más complejas.
Sobre el autor: Omar García