Compartir pensamientos, ser portadores y por qué en nuestra época ya no hay idiotas
Por: Leandro Herrero, MD
Traducido y adaptado por: Jorge Valdés Garciatorres, MDO, PMP
“Haz algo más que pertenecer: participa.
Haz algo más que preocuparte: ayuda.
Haz algo más que creer: practica.
Haz algo más que ser justo: se amable.
Haz algo más que perdonar: olvida.
Haz algo más que soñar: trabaja.”
He descrito antes el papel de los directivos de muchas maneras, señalando a menudo el riesgo de convertirse en “guardias de tráfico de información“. Los que manejan las válvulas de las tuberías que llevan la información a través de la organización. A veces abren las válvulas y la información fluye. A veces las cierran, o un poco, y la información se atasca.
En efecto, se trata de una visión peyorativa, pero no por ello deja de ser una representación frecuente de la realidad. Válvulas abiertas o cerradas, todos somos una especie de “guardián del tráfico de información”. La pregunta que me hago a menudo es si en el esfuerzo por “compartir”, el propio compartir, es un mecanismo del tipo “lo hago porque puedo”, se impone al significado o incluso a la intención de algún tipo de impacto.
Jessica Helfand, diseñadora, artista, académica y autora, dio en el clavo al leer su hermoso libro Design: La invención del deseo. En uno de sus capítulos dice:
¿Y qué es lo que compartimos? ¿contenido regurgitado producido por otros? En muchos casos, no compartimos, sino que volvemos a compartir, posicionándonos no tanto como creadores sino como portadores, alineándonos como proveedores de tanta trivialidad, partidarios de lo eminentemente olvidable, participantes en una cadena de montaje espontánea, un mecanismo de entrega de cualquier número de cosas aleatorias, porque ¿qué es más aterrador que estar solo, mirando una pantalla en blanco o una página vacía, mirando de frente a un vacío creativo? Es mucho más fácil rediseñar y readaptar, apropiarse y partir de ahí.
La figura y el concepto de “portador” me hicieron reflexionar. Todos somos portadores de ideas (buenas o malas) o comportamientos (buenos o malos). Todos compartimos, ciertamente, como dice Jessica, volvemos a compartir. La alternativa es el estado vegetativo o, en el mundo actual, la “no participación”. Quizás una versión moderna del idiota, una palabra que en la antigua Grecia significaba ‘no participante’ (en la vida pública), en contraposición a ‘el ciudadano’, antes de que degenerara en algo relacionado con la inteligencia.
Profesionales modernos, idiotas no somos, participantes y ‘compartidores’, sí señor. Pero ¿Qué es lo que llevamos? ¿Cuánto creamos y cuánto compartimos?
¿Nos dejamos llevar por esa posibilidad sin esfuerzo a costa de pensamientos originales? Sólo me lo pregunto.
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