El medio ambiente y la competitividad
La estrategia, la economía, lo social y el medio ambiente son las cuatro facetas que conforman la sostenibilidad de una empresa, es decir, aquello que la mantiene sin comprometer las necesidades de generaciones futuras. El rubro ambiental es temido por desconocimiento, se cree que sumarlo a los proyectos es costoso y poco redituable, cuando en realidad representa una oportunidad de innovar, elevar ganancias y expandir el alcance de sus productos.
Como parte de la preocupación por el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales, los mercados actuales son cada vez más exigentes y las políticas más restrictivas en la cuestión ambiental, ya que a los consumidores les preocupan estos temas. Esta situación señala la necesidad de que el medio ambiente y la economía deben convivir de manera integral.
Una compañía que toma en cuenta el factor ambiental la hace socialmente responsable y le da un valor competitivo a su marca. Según Roberto Corona, experto mexicano en comercio exterior, las legislaciones ambientales promueven la competitividad y el desarrollo tecnológico, pues suelen tratarse de normas rígidas lo cual alienta la innovación en técnicas y procesos.
De acuerdo con la triada “regulación ambiental, competitividad e innovación”, de Michael Porter, las exigencias actuales en los mercados marcan pautas sobre cómo los gobiernos, las industrias y empresas deben relacionar sus actividades comerciales con el entorno. Esto, en lugar de ser un freno, es una posibilidad para aumentar la competitividad de un negocio. La clave, según el especialista en estrategia empresarial, es idear formas donde el proceso de producción sea amable con el medio ambiente o se contrarreste el impacto ambiental con el objetivo de beneficiar a las compañías.
Hay varios motivos por los que una firma adopta esta causa social como parte de sus valores: las regulaciones de su país o el extranjero se las exigen, buscan mayor eficacia en su productividad, les sirve como estrategia publicitaria, ven oportunidad de negocio, por presiones de los consumidores o porque sus fundadores y directivos son ecologistas.
Cualquiera que sea la razón, en la mayor parte de los casos adoptar una filosofía ecologista es rentable para las organizaciones. Los encargados en la toma de decisiones deben trabajar para que el esfuerzo que se hace por contribuir al cuidado del planeta sea proporcional a los beneficios que generen para la compañía.
Cuando el factor ambiental se toma en cuenta para una planificación estratégica, se prevén oportunidades de negocio, evitan perder compradores y aumentan su competitividad, ya sea porque mantienen y aumentan sus consumidores o porque son capaces de disminuir los costos y ofrecer productos de alta calidad a precios favorables.
Se debe adecuar al tipo y tamaño de la empresa y el país o países donde operan, por eso es importante conocer la filosofía que la rigen: misión, visión, valores. Los teóricos en economía y comercio, así como los administradores de empresas, se empeñan en decir que para las Pymes es muy difícil adoptar estos cambios por falta de recursos humanos, tecnológicos y económicos. Pero hay pequeñas y medianas empresas que se contraponen a esto.
Los labiales de la marca mexicana de cosméticos Pai Pai son ejemplo de cómo se puede ser amigable con el planeta: son orgánicos, esto es que están hechos de sustancias naturales como la manteca de mango o las cerezas; no hacen pruebas con animales; y su empaque, diseñado por artistas mexicanos, es de cartón que es más barato como materia prima.
El punto es tener en claro a qué se dedica la empresa y a partir de ahí pensar en cuáles procesos pueden modificarse para cuidar el planeta. Todo proyecto puede incluir el factor ambiental, desde cambiar el tipo de papel en que imprime por un reciclado; fomentar entre los empleados y en las reuniones de trabajo el uso de cubiertos, platos y vasos que no sean desechables; o promover a los clientes la adopción de medidas que busquen contaminar menos y no abusar de los recursos naturales.
Aunque parezcan pequeños cambios, marcan una diferencia y atrae consumidores preocupados por estos temas, al tiempo que se contribuye a concientizar sobre el cuidado del medio ambiente.
Sobre el autor: Kayleigh Bistrain.