Recuperar el “carácter”
Por Leandro Herrero, MD
Traducido y adaptado por Jorge Valdés Garciatorres, MDO, PMP
Lo llamamos asesinato de carácter por una razón. Es el ataque definitivo. El ataque a la singularidad de un individuo, al andamiaje moral de la persona, a la suma de sus cualidades, una suma cuya mezcla única de componentes hace que ese carácter sea tan distintivo. Despojado de todo lo demás, el carácter permanece. La etimología griega y latina de la palabra vincula el carácter como un conjunto de cualidades, con la marca o el diseño (como los caracteres de un texto), “una huella en el alma”.
Cuando los políticos se quedan sin argumentos políticos contra sus adversarios, pueden recurrir al carácter. De hecho, esto es siempre una bandera, un signo de desesperación y una debilidad, no una fortaleza, por parte del asesino.
El carácter se traduce a menudo en un conjunto de palabras como confianza, valor, honestidad, respeto, integridad moral, etc. Un sólido conjunto de valores parece estar en el núcleo del ADN del carácter.
Tenemos que volver a poner el carácter sobre la mesa del liderazgo. ¿Por qué volver? Parece que insinúo que ha desaparecido. No del todo, pero se ha ido durante largos años sabáticos. El tiempo aire de la organización para hablar y fomentar el carácter ha sido tomado por otros destellos visibles más prosaicos y a menudo con vistosos anuncios neón de “lo que hace el líder”, y aún más, por “las 10 cosas que hacen los líderes de éxito” y los Tantos Hábitos. Esto no es malo en sí mismo. Los espejos, los ejemplos y los modelos son bienvenidos, siempre que se tomen con una pizca de sal. Sin embargo, son atajos que evitan un debate más profundo.
Pero es más fácil hablar de cómo los buenos líderes facultan a sus colaboradores, delegan, comunican bien y establecen expectativas, que bajar a la cueva y buscar el alma. En la elección entre el alma y los 10 rasgos de los líderes de éxito, estos últimos venden mucho más. Además, nos dicen, los empresarios de nivel Cx no hacen cosas del alma.
Creo que la última discusión sobre el liderazgo es sobre el carácter. Ni siquiera sobre la personalidad. Al fin y al cabo, la personalidad tiene que ver con el personaje, el exterior, la máscara, todavía no es lo suficientemente profunda. Abraham Lincoln dijo que “el carácter es como un árbol y la reputación como su sombra“. La sombra es lo que pensamos de él; el árbol es lo real. En lugar de reputación podríamos decir también la persona visible, las “presentaciones de comportamiento externas en la vida cotidiana”, como habría dicho Goffman.
El principal reto que veo es que, como he dicho antes, el carácter ha sido desalojado de la conversación organizacional / empresarial / personal y ahora tendemos a encontrarlo habitando en los estantes del yo, la Nueva Era o lo espiritual. Incluso los sistemas educativos occidentales parecen ser tímidos con esta palabra en estos días.
Podría imaginarme todo un programa de desarrollo del liderazgo dedicado al carácter, incluida su corrosión, por utilizar el título de su libro de 1998 de Richard Sennett.
Los que ocupamos este territorio (tú, yo, directivos, profesionales, consultores) deberíamos ser lo suficientemente audaces como para rescatar sin reparos el carácter de sus viajes a otras tierras, para que vuelva a ocupar el centro del diálogo, un centro que no debería haber abandonado.
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