Un prototipo genera la confianza para apoyar una nueva idea
Toda la vida las organizaciones se han tenido que enfrentar a retos para seguir creciendo y poder destacar entre sus competidores, pero hoy más que nunca se enfrentan a un mercado más competitivo, el cual incluye pequeñas startups que por su tamaño suelen moverse más rápido y abrazan ideas arriesgadas que pueden resultar innovadoras, pero que en un inicio no cualquier organización convencional se animaría a afrontar.
En el libro “The Lean Startup” de Eric Ries, el autor hace referencia a que las herramientas de gestión empresarial no están adaptadas para la gestión de startups: “La mayoría de herramientas del management general no están diseñadas para prosperar en el duro suelo de incertidumbre extrema en que crecen las startups.”. Aunque por definición, una startup trabaja bajo condiciones de incertidumbre extrema, les pregunto ¿qué organización hoy en día no se enfrenta a esta misma incertidumbre?
El futuro es impredecible, la tecnología es disruptiva y los consumidores cambian constantemente sus hábitos de consumo. Hacerle frente a estos retos requiere herramientas capaces de responder a los tiempos actuales, que en lugar de buscar hacer una planeación detallada para evitar la mayor cantidad de riesgos, nos permita validar nuestras ideas lo más pronto posible con el mercado y así poder determinar si la idea es buena como para seguir haciendo mejoras de forma incremental o desecharla para no seguir invirtiendo recursos.
Desafortunadamente, uno de los principales retos a los cuales se debe de enfrentar una idea innovadora es al hecho de que las organizaciones están acostumbradas a hacer análisis de datos para poder hacer comparaciones y en base a ello tomar decisiones. Pero por la naturaleza propia de una innovación, las ideas nuevas aun no tienen datos para analizar, lo que provoca inseguridad entre quienes toman la decisión de aprobar o no la innovación.
El método Lean Startup, el Design Thinking y hasta Scrum, son herramientas que nos pueden ayudar a comenzar a gestionar nuestra organización y nuestros proyectos desde un enfoque más innovador. Al menos estos tres enfoques, y seguramente muchos que se han desprendido de estos, ponen especial atención en la generación de un prototipo en una etapa temprana para que sea validado por el público objetivo y así, obtener esos datos que sirvan para hacer comparaciones.
En lugar de realizar una planeación extensa, que al final de cuentas muchas veces resulta mal cuantificada, con propuestas vagas o exageradas y que se desarrolla bajo una gran cantidad de supuestos, podemos trabajar en un prototipo que sea construido bajo ciertas especificaciones tomadas de conversaciones que pueden ser hasta cierto punto informales para entender lo que los usuarios necesitan. Trabajar bajo un prototipo será de mayor utilidad para todos los involucrados, por ejemplo, el entendimiento entre lo que el usuario necesita y la solución que propone quienes desarrollan el proyecto, es más fácil a través de un prototipo que es tangible y que nos permite quitar y poner elementos, en comparación con una simple idea o con un plan, que por más detallado que sea, permanece siendo algo muy abstracto.
Al tener esta interacción con el usuario se va recabando información que puede ser útil para presentar a los responsables de apoyar la idea y determinar si con algunos ajustes al prototipo la idea puede ser un éxito o si es mejor hacerla a un lado.
Todos queremos ser el generador de la próxima idea innovadora, pero una gran mayoría se frena por temor a la incertidumbre que provoca una nueva idea, sin embargo, al tener la información que se va construyendo de los datos que provoca la interacción con un prototipo, podemos generar esa confianza para apoyar una idea nueva.
Sobre el autor: Omar García.