Cambiar la forma en que se percibe el trabajo…
Desde que Federico Engels escribió “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, el hombre y el trabajo no han dejado de evolucionar.
En el modelo artesanal, previo a la Revolución Industrial, el esquema simple de un maestro, unos aprendices y algunos oficiales (Que conocían el oficio) marcaban un derrotero claro en el plan de carrera y eran determinantes en el plan de vida. Si uno se dedicaba a un oficio y, más si llegaba a tener maestría en él, eso le daba una identidad a la persona: El herrero, el zapatero y el carpintero. Aunque también el caballero, el marqués, el cura o el señor feudal.
Si hay algo ontológico en la vida del hombre es su trabajo. Ya lo decía Peter M. Senge cuando explicaba el concepto de “Yo soy mi puesto”.
Por el lado del plan de carrera, una vez que se elegía era difícil cambiar de opinión. Para alguien como yo que empecé Psicólogo, me hice deoísta y ahora soy PMP y estudioso del Business Agility. Esta capacidad de cambio que nos brinda el S. XXI a mí me parece liberadora y mucho mejor que en la época feudal.
La Revolución Industrial trajo profundos cambios en la forma en que percibió el trabajo; y también trajo profundos impactos en la manera como el trabajo impactó a la gente que hemos vivido posterior a este importante evento. No es mi propósito explicar estos cambios, pero sí destacar el efecto migratorio de la población del campo a las ciudades (Burgos), las jornadas inmensas de trabajo (Hasta 16 horas al día) la separación del lugar de trabajo de la vida familiar, los nuevos puestos de obrero, administrativo y directivo.
Las personas ya no están marcadas por la elección temprana del oficio. El papel del lugar donde se trabaja empieza a ser determinante para las opciones que se le generan al individuo, pero ciertamente hay más opciones y hay más posibilidad de cambiar el oficio elegido. Incluso, ante el cierre de ciertos centros laborales, es necesario que el individuo aprenda otro oficio y empiece nuevamente el proceso ascendente en la escala organizacional.
Para el S. XX las bases del fenómeno de administración de empresas, había empezado a generar modelos y explicaciones de cómo operaban o deberían de operar las organizaciones. Las bases administrativas de Fayol y la burocracia de Weber. Los enfoques científicos de Taylor y humanista de Elton Mayo fueros seguidos por decenas y centenas de teorías. Para finales de ese Siglo ya teníamos los modelos de calidad operando, a seis sigma, la Toyota con sus sistemas lean y kanban y el PMI® contaba con miles de certificados como PMP y demás especialidades.
El impacto en el individuo es el que vivimos las generaciones que todavía trabajamos. Ciertamente el fenómeno de movilidad social es más intenso y se ha desapegado de las raíces del abolengo y la sangre real. También la oferta educativa ha tenido una explosión como nunca antes en la historia de la humanidad. Se privilegia el tener una formación académica y también cierta experiencia laboral. Pero se vuelven valiosas las herramientas que conectan con diferentes campos; como el enfoque sistémico y, para nuestro propósito particular, la Dirección de Proyectos. El cambio de oficio no sólo es posible, sino valioso.
El S. XXI arranca con el manifiesto ágil. No han pasado 20 años (2019) para que está forma de administrar los procesos se vuelva viral y se escape de los departamentos de tecnologías de información e infecte a prácticamente toda la empresa. La Agilidad de los Negocios ha nacido.
De aquí al 2050, los próximos treinta años verán profundos cambios en la forma como el trabajo es concebido actualmente. Los impactos en la vida de, no sólo los individuos, sino de la sociedad en su conjunto serán impresionantes. La posibilidad de elegir como oficio el ir a fundar la primera colonia en Marte bajo el patrocinio de Elon Musk serán desde luego con mayores posibilidades de las que tuvimos quienes nacimos a mediados del siglo pasado.
Aunque uno (Yo, Fernando Espinosa V.) quisiera abrazar la agilidad como la bandera y el himno a difundir; muchos años de trayectoria profesional me han permitido ver la aparición, aplicación, promoción (Y frecuentemente olvido) de cientos de corrientes de gestión empresarial que han aparecido en el mercado educativo y en el mercado empresarial.
Por citar algunas: Las funciones administrativas de Fayol, la burocracia de Max Weber, la administración científica de Taylor, con sus tiempos y movimientos, el enfoque humanista de Elton Mayo, la ergonomía, los modelos de marketing de los 80, la calidad, los círculos de calidad, la gerencia participativa el ISO 9000, el método Toyota de Lean Manufacturing, el Desarrollo Organizacional, la administración basada en costos, la reingeniería, la dirección de proyectos y la agilidad; que en sí, tiene decenas de enfoques, como Crystal, Scrum, Extreme Programming, etc.
Sin embargo, los que hemos no sólo estudiado sino vivido las diferentes evoluciones de las teorías administrativas y de gestión de empresas, podemos y debemos seguir estudiando para contribuir no sólo al entendimiento de los impactos que el trabajo tendrá en la futura evolución del hombre en la era espacial. Y contribuir a diseñar los modelos para facilitar que los seres humanos, hombres y mujeres elijan sus oficios y planes de carrera personales, sin más limitación que sus aspiraciones personales y sus predisposiciones genéticas y sociales.
Por ello, se me hace un buen Propósito Transformador Masivo: Cambiar la forma en que se percibe el trabajo…
…y enseñárselo a las empresas.
MDO Fernando Espinosa Vizcaíno, PMP, SMC.