Los beneficios de que la empresa patrocine las certificaciones profesionales
Por José Luis Flores Pérez, MDO y Jorge Valdés Garciatorres, PMP, ITIL
“Si piensas que la educación es cara, ¡prueba la ignorancia!”
Andy McIntyre
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Uno de los temas que hoy en día preocupa y ocupa más a las organizaciones es el desarrollo del Capital Humano.
El Capital Humano es el aumento en la capacidad de la producción del trabajo alcanzada con mejoras en las competencias laborales de los colaboradores. Estas capacidades realzadas se adquieren con el entrenamiento, la educación y la experiencia. Se refiere al conocimiento práctico, las habilidades adquiridas y las capacidades aprendidas de un individuo que lo hacen potencialmente más competitivo. El término fue acuñado para hacer una analogía ilustrativa útil entre la inversión de recursos para aumentar el stock del capital físico ordinario (herramientas, máquinas, edificios, etc.) para aumentar la productividad del trabajo y de la “inversión” en la educación o el entrenamiento de la mano de obra como medios alternativos para lograr el mismo objetivo general e incrementar así la productividad.
La Administración de competencias es una herramienta estratégica indispensable para enfrentar los desafíos que impone el medio. Consiste en promover hacia un nivel de excelencia a las competencias individuales, de acuerdo a las necesidades operativas o estratégicas de la organización. Para garantizar el desarrollo de las personas en lo que saben hacer o en lo que pueden hacer.
El desarrollo del Capital Humano para la empresa es necesario porque para lograr la productividad que hoy exige el mercado, se depende principalmente de la flexibilidad y de la capacidad de innovación y, sobre todo, del desempeño que tenga la gente que participa en la organización.
Además en la era actual las Tecnologías de la información están al alcance de todas las empresas, por lo que la única fuente de ventaja competitiva que puede diferenciar una empresa de otra es la capacidad que tienen las personas dentro de la organización de adaptarse los cambios que exige el mercado globalizado. Así que para garantizar la fuente de ventaja de la organización es necesario contar con procesos formales y robustos de capacitación y aprendizaje continuo de las personas, con el fin de que la educación y experiencias en alguna rama del saber, en este caso la Dirección de Proyectos, puedan medirse y más aún, que se puedan valorar conforme a un sistema de competencias, es decir, un esquema de certificación que avale el dominio de conocimientos de una industria.
Los estudios formativos universitarios facultan a una persona para desarrollar una profesión. Sin embargo, el área específica en la que se desempeña requiere especialización; los organismos que integran las mejores prácticas en un campo de trabajo, buscan que el desempeño de una profesión se desarrolle a través de las mejores prácticas disponibles.
La certificación como PMPâ (Project Management Professional) avalada por el PMIâ (Project Management Institute) figura entre las que más aportan en el ámbito profesional para ser considerado como una persona experta en el tema de Dirección de Proyectos sobre todo en áreas complejas como la implantación de nuevas tecnologías o nuevos esquemas organizacionales.
De hecho, de acuerdo a la encuesta publicada y a otros sitios[1] que se especializan en llevar cabo un análisis del posicionamiento y aceptación que tienen las certificaciones en la industria, la certificación PMPâ es consistentemente mencionada dentro de las 10 certificaciones de mayor importancia.
¿Porqué es conveniente para la empresa patrocinar programas de certificación para su personal?
Por el potencial de vender un mejor servicio al cliente. Hay clientes que lo están solicitando como requisito (como por ejemplo las instituciones gubernamentales).
Al contar con un equipo de trabajo que domina las prácticas aceptadas comúnmente en el ámbito global, estamos en posibilidad de ofrecer servicios de Clase Mundial.
El poder contar con un lenguaje común experto, ayuda a ofrecer mayor certidumbre en el desarrollo de los proyectos, al aplicar técnicas y habilidades reconocidas como las mejores y esto, por supuesto, obra en beneficios para la organización.
La preparación formal de las personas y la competitividad de los países
Hay estudios que demuestran que existe una relación directamente proporcional entre los programas formales de educación a las personas (ya sea a través de mecanismos escolarizados tradicionales o bien con programas de educación continua), y los niveles de competitividad que se pueden alcanzar como nación. Prueba de ello, es el surgimiento de países que hasta hace muy poco estaban considerados de “tercer mundo” como La India, China, Corea y Malasia, y la posibilidad de que éstos compitan al tú por tú con naciones industrializadas.
¿Qué hicieron? En la mayoría de los casos, reformaron sus sistemas de educación para alinearlos más con la demanda de profesionales en el mundo, en muchos casos esto implicó incorporar programas de certificación de competencias como parte de los programas oficiales de educación media y media superior y reformar las leyes laborales de manera que se permitiera a los trabajadores un espacio para su educación continua en diversas disciplinas.
Esto les ha permitido contar con una base muy importante de personas muy jóvenes habilitadas para ofrecer valor al mercado al concluir sus estudios de bachillerato a muy bajo costo. Esto además de potenciarlos como naciones industrializadas, les ha permitido captar inversión extranjera en el mercado de servicios como el de contabilidad, desarrollo de software, radio-diagnóstico y dirección de proyectos.
La pregunta que vale la pena hacer entonces es ¿Y Latinoamérica cuándo? No hay que perder de vista que Latinoamérica representa la gran promesa por la juventud de su población y por la similitud de valores y culturas. Sin embargo, mientras no exista la consciencia de la educación continua como un vehículo de crecimiento, productividad y competitividad de las organizaciones y de los países, seguiremos siendo relegados por naciones y por empresas que ya han descubierto y están experimentando el poder de ese cambio de mentalidad.
Conclusiones.
Debe recalcarse que la dirección de proyectos, es antes que nada y sobre todo, una filosofía de administración de negocios, no un elaborado conjunto de herramientas y técnicas. Ésta solo será tan efectiva como la gente que la usa.
Capacitar al personal de la empresa en Dirección de Proyectos bajo el marco de referencia del PMIâ, habilita a la organización a que sus colaboradores usen procesos, técnicas y herramientas comunes alrededor de esta disciplina, acordes con prácticas internacionales ya probadas, evitando la improvisación y por lo tanto se gana en productividad.
Permite a la organización empezar a aplicar de facto estándares reconocidos en la industria.
La certificación del personal es la mejor forma de asegurarse que no estará inventando métodos de trabajo que ya existen.
Las herramientas disponibles hoy en día en el mercado son útiles, pero ninguna suple el juicio experto, el criterio, la sensibilidad y la dedicación de una persona preparada y especializada para desarrollar una actividad.
Sin embargo, no debe entenderse que una persona es útil o no como consecuencia de una certificación. Al final de cuentas una certificación o un título universitario puede entenderse como “la cereza del pastel”, es decir, al final del camino lo importante es que la gente sepa o pueda, en este sentido es muy importante la visión que la organización tenga respecto a preparar formalmente a sus colaboradores para dominar una disciplina que por años ha sido una debilidad mundial en las organizaciones de todo tipo.
Reproducido y adaptado con autorización del autor.
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Jorge Valdés Garciatorres es Socio Director de la firma de consultoría de negocios TenStep Latinoamérica y Vicepresidente de Desarrollo Profesional en el PMI Capítulo México, es miembro de Toast Masters International en donde es Vicepresidente de Relaciones Públicas en el Club BIAM. Cuenta con más de 20 años de experiencia y tiene las certificaciones de Profesional en Dirección de Proyectos (PMP), la de ITIL Foundations por EXIN y la de Competent Communicator por TMI.
José Luis Flores Pérez es Director Editorial de TenStep Latinoamérica y tiene 30 años de experiencia en Dirección de Proyectos de gran envergadura en el ámbito de las Tecnologías de la Información, cuenta con una Maestría en Desarrollo Organizacional y tiene estudios de Doctorado en Ciencias de la Administración.